El comienzo del siglo XXI será recordado como una época de cambios para la industria del automóvil. Nunca antes habían sucedido tantas cosas y la industria mundial había cambiado en tan poco tiempo. Empezamos este siglo firmemente plantados en los motores de combustión interna y las berlinas familiares, para pasar a los híbridos, los SUV y los modelos totalmente eléctricos dos décadas después. Como siempre, el progreso fue el resultado de unas pocas personas valientes e innovadoras que decidieron mejorar la tecnología y el modelo de negocio existentes. Tesla es el primer ejemplo. Sin embargo, una empresa similar, con una idea posiblemente mejor y un producto mucho más fresco, siempre tuvo un éxito diferente. Ese coche es el Fisker Karma, una creación de uno de los mejores diseñadores de coches, Henrik Fisker, y una máquina preciosa que se merecía algo mejor.
Tras sus publicitados pasos por BMW, Aston Martin y Ford, Henrik Fisker era una estrella del diseño automovilístico. Conocido por sus líneas fluidas y bellas formas, a principios de la década de 2000 se dio cuenta de que la industria estaba a punto de cambiar. En 2007 fundó Fisker Automotive, una empresa totalmente nueva dedicada a fabricar coches ecológicos y tecnológicamente avanzados. Junto con la fundación de los inversores para una nueva empresa, Fisker empezó a perfeccionar su idea original de una berlina deportiva totalmente moderna con un comportamiento en carretera y una tecnología inigualables. Sabiamente, Henrik decidió optar por algo distinto a una plataforma, un motor y un sistema totalmente nuevos, ya que su desarrollo costaría mucho y tardaría años en completarse. En cambio, gracias a sus contactos en la industria, consiguió que la plataforma E-Flex de GM, en la que se basa el Chevrolet Volt, sirviera de base para su nuevo coche.
Tras varios años de desarrollo y la obtención de préstamos del Departamento de Energía de Estados Unidos y otros inversores, Fisker Automotive estaba lista para presentar sus primeros coches. Llamado Fisker Karma, el vehículo, totalmente nuevo y tecnológicamente avanzado, fue recibido con gran entusiasmo por la prensa automovilística y el público comprador. El llamativo diseño, con su silueta baja, su postura musculosa y sus formas únicas, fue el primer indicio de que se trataba de algo realmente especial. El Karma parecía un coche de exposición, pero en realidad era un modelo listo para la producción en serie.
Bajo la seductora carrocería se esconden multitud de innovadoras tecnologías. El motor principal era un 2,0 litros turboalimentado de GM con 260 CV emparejado con dos motores eléctricos en el eje trasero. Un paquete de baterías de 20,1 kWh alimenta los motores eléctricos de 120 kW cada uno (403 CV). Curiosamente, las pesadas baterías están colocadas en el centro del coche, lo que permite al Karma tener un centro de gravedad bajo y un comportamiento en carretera extraordinariamente bueno a pesar de sus 2,4 toneladas de peso. El principio de funcionamiento también era bastante singular. El coche tenía una autonomía de unos 80 km sólo con energía eléctrica. Sin embargo, cuando las baterías se agotan, el conductor activa el motor de gasolina, que acciona el generador que alimenta los motores eléctricos. Así, el Karma era un híbrido gasolina-eléctrico pero con un fuerte énfasis en la parte eléctrica. Sin embargo, eso no era todo, y el Karma incorporaba de serie un techo con paneles solares que ayudaban a cargar las baterías, aunque su capacidad era relativamente pequeña. Una de las principales orientaciones del diseño era que el Karma fuera ecológico. En el interior, los paneles son de madera reciclada, los asientos son de fibras naturales y tela, y los diseñadores intentaron utilizar el mayor número posible de materiales reciclados. El Karma convenció bastante en cuanto a prestaciones, con un 0 a 100 km/h en menos de 6 segundos y una velocidad máxima de 240 km/h.
El prototipo listo para la producción se presentó a finales de 2010 y la producción a gran escala comenzará en 2011. Fisker firmó un acuerdo de fabricación con Valmet Automotive, por el que todos los coches se fabricarían en Finlandia y se exportarían a distintos mercados. Incluso antes de 2010, Fisker empezó a aceptar pedidos y, cuando la producción estaba a punto de comenzar, la empresa tenía más de 1.300 pedidos en espera. Como ocurre con cualquier producto avanzado, el inicio de la producción estuvo plagado de dificultades, y los niveles a escala completa se alcanzaron a mediados de 2011.
Sin embargo, ahí empezaron los problemas. En primer lugar, la empresa tenía dificultades financieras. Fisker consiguió financiación del gobierno e inversores, uno de los cuales era el famoso actor de Hollywood Leonardo DiCaprio. El Gobierno de EE.UU. no aportó la suma total, lo que dejó a Fisker con un problema de liquidez. Aunque más de 1.300 personas pagaron depósitos por un Karma de 100.000 dólares, los problemas empezaron a acumularse. Tras las primeras entregas, la empresa experimentó problemas con las baterías y emitió retiradas del mercado, incluso problemas de incendios de baterías. El envío desde Finlandia se hizo cada vez más caro, e incluso varios coches quedaron destruidos en un huracán que aguardaba en el puerto. Pero el mayor problema, y el que hundió a la empresa, fue la quiebra de A123 Systems, único proveedor de baterías, en noviembre de 2012. Cuando eso ocurrió, Fisker no tuvo más remedio que cerrar la producción, ya que la empresa no pudo encontrar rápidamente otro proveedor. En sólo dos años de producción, Fisker fabricó algo más de 2.400 Karmas, vendidos principalmente en el mercado estadounidense.
Sin embargo, aunque Henrik Fisker se vio obligado a abandonar la empresa que llevaba su nombre, la historia del Karma no ha terminado. En 2016 se creó Karma Automotive, que compró el derecho sobre el diseño y vendió un modelo ligeramente modificado con cierto éxito. Los inversores chinos se dieron cuenta de lo magníficos que son el diseño y el concepto de este coche y decidieron invertir y mantenerlo como una opción para los compradores modernos y preocupados por el medio ambiente. Esto demuestra lo acertada que era la visión de Henrik y que este coche único merece otra oportunidad. El Fisker Karma no es sólo un intento pionero en la visión de la industria automovilística, sino también el primer coche clásico de la era híbrida.